martes, 30 de noviembre de 2010

Hay mucho por hacer.

Gracias a la cooperación internacional, Sol Naciente cuenta con dos abogados, un psicólogo, dos pasantes en psicología, una trabajadora social, una maestra jardinera y dos maestros pasteleros, que enseñan el oficio. Por estar adaptado para mujeres o chicos con discapacidad, el Gobierno de la Ciudad da un subsidio, “ que es casi el 50% menos de lo que reciben otros hogares, porque no tenemos ciertos requisitos de construcción. Sufrimos con esa discriminación”, se queja Lidia Hernández.
Pagar la hipoteca fue lo prioritario, y son muchas las postergaciones.
Uno de los dormitorios no tiene techo , sino apenas un material aislante bajo la chapa del viejo tinglado. Allí y en otras partes del inmueble hay que hacer aberturas, y el calor es sofocante. Hay que hacer las escaleras. Hacen falta sanitarios, cerámicos y termotanques. Las camas han cumplido su vida útil, y los colchones están vencidos.
“Es lo mismo que dormir en el suelo”, lamenta Lidia.
El desalojo se frenó, pero quedan muchas cosas pendientes.
Las voluntarias esperan aportes en Agustín de Vedia 2442, o en la caja de ahorro especial en pesos 9750254 0 16 0/2 del Banco Galicia. Para quienes puedan ayudar, el CUIT es 30-707535624, y el CBU es 007016063009750254021.


Fuente: Clarín

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